Frente a este problema, se constata que menos del 10% de las situaciones de violencia es denunciada y/o notificada. Entre las causas de baja notificación y denuncia, se identifican, entre otros factores, la falta de formación de los profesionales, la alta tolerancia social hacia la violencia contra la infancia, el desconocimiento de los protocolos o procedimientos para la notificación o la falta de apoyo real y acompañamiento a los profesionales en los procesos de notificación y denuncia.
Ante este escenario, la prevención y la detección temprana de los casos de violencia es esencial para frenar la gravedad de los casos, que necesita de nuevos recursos, circuitos -entendidos como métodos de organización de los distintos actores implicados en la protección de niños, niñas y adolescentes- y modelos.