La educación en emergencias que protege. El caso de los niños y las niñas de Ucrania

Un año después de la invasión de Rusia en Ucrania las perspectivas de una mejora de la situación están lejos del imaginario colectivo. Con ataques y bombardeos continuos, nadie habla de paz. Para los 7,5 millones de niños, niñas y adolescentes, la guerra ha desgarrado sus vidas presentes y afectará de manera inexorable su futuro. Marcados por el trauma, el estrés emocional, la muerte, la separación y la huida, sus vidas pasadas han quedado como un lejano recuerdo.

En este contexto, la educación es su esperanza. Es su derecho. Es su presente y su futuro. Es esencial para construirse como personas y para desarrollar su personalidad y todo su potencial. Es su tabla de salvación, su lugar de seguridad y de protección. Es la llave que abre la caja de oportunidades. Invertir en educación es invertir en un mundo más pacífico, próspero y sostenible en el que la Agenda 2030 pueda ser una realidad.

Invertir en educación es invertir en un mundo en el que nadie se quede atrás y todos los niños, niñas y jóvenes afectados por las crisis puedan acceder a una educación de calidad.

Con una educación de calidad, tendrán la libertad de tomar decisiones que contribuyan a su desarrollo y al de sus sociedades.

Y ahora es urgente hacer realidad este derecho para los millones de niños, niñas y adolescentes ucranianos, cuya posibilidad de ser garantizado está más lejos que nunca. Para ello, es necesario unir fuerzas. Niños, niñas y adolescentes, donantes, gobiernos, organizaciones de la sociedad civil, la ciudadanía y medios de comunicación tienen un papel clave que jugar.