Año: 2024
ISBN (13): 978-92-806-5542-1
Autor: United Nations Inter-agency Group for Child Mortality Estimation (UN IGME)
Lugar de Edición: Nueva York
Editorial: UNICEF
Año de edición: 2024
Descripción Física: gráf. y tablas
Páginas: 96 p.
Idioma: Inglés
Fuente: Organización Mundial de la Salud (OMS)
Formato: Electrónico
Observaciones: En la cub.: "Estimates developed by the United Nations Inter-agency Group for Child Mortality Estimation".
Temáticas: Demografía, Salud
Descriptores: mortalidad, mortalidad infantil
Resumen:
El número de niños y niñas que murieron antes de cumplir cinco años alcanzó un mínimo histórico en 2022 al descender a 4,9 millones, según las últimas estimaciones publicadas por el Grupo Interinstitucional de las Naciones Unidas para la Estimación de la Mortalidad Infantil.
El informe revela que en la actualidad sobreviven más niños y niñas que nunca, y que la tasa mundial de mortalidad de menores de 5 años ha descendido un 51% desde 2000. Varios países de ingresos bajos y medianos bajos han superado incluso este descenso, lo que demuestra que es posible progresar cuando se asignan recursos suficientes a la atención primaria de salud, incluida la salud y el bienestar infantiles. Por ejemplo, los resultados muestran que en Camboya, Malawi, Mongolia y Rwanda se ha reducido la mortalidad de menores de 5 años en más de un 75% desde 2000.
Pero los resultados del informe también indican que, a pesar de estos avances, aún queda un largo camino por recorrer para poner fin a las muertes infantiles y juveniles evitables. Además de los 4,9 millones de vidas perdidas antes de los 5 años –casi la mitad de las cuales eran de recién nacidos–, también se truncó la vida de otros 2,1 millones de niños y jóvenes de entre 5 y 24 años. La mayoría de estas muertes se concentraron en África Subsahariana y Asia Meridional.
Esta trágica pérdida de vidas se debe principalmente a causas que se pueden evitar o tratar, como el nacimiento prematuro, las complicaciones que se producen durante el parto, la neumonía, la diarrea y el paludismo. Muchas vidas podrían haberse salvado con un mejor acceso a una atención primaria de salud de alta calidad que incluyera intervenciones esenciales y de bajo costo, como vacunaciones, disponibilidad de personal sanitario cualificado en el momento del nacimiento, apoyo temprano y continuado a la lactancia materna, y diagnóstico y tratamiento de enfermedades infantiles.
Para mejorar el acceso a servicios sanitarios de calidad y acabar con las muertes infantiles que se pueden evitar es necesario invertir en educación, empleo y condiciones laborales dignas para los trabajadores de la salud que prestan servicios de atención primaria, incluidos los trabajadores comunitarios.
Como miembros de confianza de la comunidad, los trabajadores comunitarios de la salud desempeñan un papel importante a la hora de llegar a los niños y las familias de todas las comunidades con servicios de salud que salvan vidas, como vacunaciones, pruebas de detección y medicamentos para enfermedades mortales pero tratables, y apoyo nutricional. Es preciso que estos trabajadores se incorporen a los sistemas de atención primaria y reciban una remuneración justa, una formación adecuada y los medios necesarios para prestar una atención de la máxima calidad.
Los estudios demuestran que la mortalidad infantil en los países de mayor riesgo podría disminuir sustancialmente si las intervenciones para la supervivencia infantil basadas en la comunidad pudieran llegar a quienes más las necesitan. Este conjunto de intervenciones por sí solo salvaría a millones de niños y niñas y ofrecería una atención más cerca del hogar. La gestión integrada de las enfermedades infantiles –especialmente las principales causas de muerte posneonatal, las infecciones respiratorias agudas, la diarrea y el paludismo– es una medida necesaria para mejorar la salud y la supervivencia infantiles.
Aunque las cifras mundiales muestran signos positivos de progreso, también hay amenazas y desigualdades considerables que ponen en peligro la supervivencia infantil en muchas partes del mundo. Estas amenazas incluyen el aumento de la desigualdad y la inestabilidad económica, la aparición de nuevos conflictos o la prolongación de otros, la intensificación de las repercusiones del cambio climático y las consecuencias de la COVID-19, que podrían provocar el estancamiento o incluso el retroceso de los avances y la pérdida innecesaria de vidas infantiles. Los niños y niñas nacidos en los hogares más pobres tienen el doble de probabilidades de morir antes de cumplir los cinco años que los nacidos en los hogares más ricos, mientras que los niños y niñas que viven en entornos frágiles o afectados por conflictos tienen casi el triple de probabilidades de morir antes de cumplir los cinco años que los que viven en otros lugares.
Al ritmo actual, 59 países no alcanzarán la meta de mortalidad de menores de 5 años de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, y 64 países no alcanzarán la meta de mortalidad neonatal. Esto significa que unos 35 millones de niños y niñas morirán antes de cumplir los cinco años de aquí a 2030, un número de víctimas que recaerá en gran medida sobre las familias de África Subsahariana y Asia Meridional o de países de ingresos bajos y medianos bajos.