Año: 2025
Autor: World Health Organization (WHO)
Lugar de Edición: Copenhague
Editorial: WHO Regional Office for Europe
Año de edición: 2025
Páginas: 44 p.
Idioma: Inglés
Fuente: Infocop ONLINE
Formato: Electrónico
Temáticas: Psicología, Salud
Otras temáticas: Atención psicológica, bienestar psicológico
Descriptores: bienestar social, salud mental, psicología clínica, psicólogos
Resumen:
La salud mental de la infancia y la adolescencia se ha convertido en una prioridad urgente a nivel mundial. La Organización Mundial de la Salud (OMS), consciente de los desafíos que enfrentan millones de menores en Europa y Asia Central, ha publicado el documento «Estándares de calidad para los servicios de salud mental de niños y jóvenes». Esta iniciativa busca establecer criterios homogéneos para mejorar la calidad de la atención psicológica en contextos comunitarios y ambulatorios, y supone un avance clave en la garantía de los derechos, la seguridad y el bienestar psicológico y social de la población infanto-juvenil.
Ocho pilares para una atención de calidad
El documento propone ocho temas clave de calidad, cada uno con sus respectivos estándares, para orientar a los servicios de salud mental hacia una práctica basada en la evidencia, centrada en la persona y adaptada al desarrollo:
1. Participación y empoderamiento
Los servicios deben implicar activamente a niños/as, jóvenes y personas cuidadoras en el diseño, evaluación y prestación de la atención. Esto incluye decisiones sobre horarios, ubicación, planes de tratamiento y comunicación. La atención debe ser codiseñada para reflejar las necesidades y preferencias de los usuarios.
2. Derechos y seguridad
Los y las menores deben ser tratados con respeto, protegidos frente al abuso y recibir atención segura. Se enfatiza la realización de evaluaciones de riesgo, la gestión de consentimientos informados y la garantía de la confidencialidad, también en entornos digitales.
3. Implicación familiar y comunitaria
Los/as cuidadores deben ser incluidos/as en la planificación y prestación de la atención, siempre que sea seguro y apropiado. Se promueve la colaboración activa con escuelas, servicios sociales y otras entidades para abordar de forma integral las necesidades psicológicas de los/as menores. También se contempla el apoyo psicoeducativo a las familias y el trabajo con redes comunitarias para garantizar un enfoque holístico.
4. Transiciones fluidas entre servicios
Las transiciones deben estar planificadas, ser progresivas y respetar la continuidad de la atención. Esto es especialmente importante al pasar de la atención infantil a la de adultos. Los/as menores deben evitar tener que repetir constantemente su historia clínica. Una atención psicológica eficaz considera estas transiciones como momentos críticos en los que el acompañamiento adecuado puede prevenir recaídas o abandonos.
5. Apoyo temprano y oportuno
Los servicios deben actuar con prontitud, estableciendo tiempos máximos de espera para la valoración inicial y la intervención. El objetivo es evitar el empeoramiento de los trastornos mentales debido a demoras en la atención. El acceso temprano puede ser decisivo en la evolución de cuadros como la depresión, los trastornos de ansiedad o los trastornos de la conducta alimentaria.
6. Intervenciones adecuadas al desarrollo y basadas en la evidencia
Se deben ofrecer tratamientos psicológicos que estén respaldados por la evidencia científica, como terapias cognitivo-conductuales o intervenciones digitales adaptadas a la edad, capacidad y preferencias de cada menor. La atención psicológica debe contemplar también enfoques específicos para condiciones como el autismo, el TDAH y otros trastornos del neurodesarrollo.
7. Personal competente y cualificado
El personal debe estar adecuadamente formado para trabajar con infancia y adolescencia, recibir supervisión regular y tener acceso a formación continua. También se reconoce la importancia de cuidar la salud mental de los/as profesionales para prevenir el desgaste emocional. La OMS subraya la necesidad de contar con equipos multidisciplinares, incluyendo psicólogos/as, psiquiatras, trabajadores/as sociales, educadores/as y terapeutas ocupacionales.
8. Mejora continua y uso de datos
Se instaura una cultura de calidad basada en la medición de resultados clínicos, la auditoría periódica, la recogida de datos sobre prevalencia de trastornos mentales y el análisis de incidentes críticos. Estos procesos permiten evaluar la eficacia de las intervenciones psicológicas y adaptar los servicios a las necesidades cambiantes de la población.
