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Observatorio de la Infancia en Andalucía y Adolescencia de Andalucía
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Entrevista a Gillian Schofield



La profesora Gillian Schofield es co-directora del Centre
for Research on the Child and Family de la Universidad
de East Anglia (Reino Unido).

 

¿Qué características psicológicas o de comportamiento, o qué aspectos de las relaciones familiares, amistades, etc. encontramos en los menores a quienes se da atención, en comparación con los menores que crecen con su familia biológica? ¿Y en comparación con los menores adoptados?

Los menores a quienes se da atención en el Reino Unido probablemente han experimentado abusos y / o negligencia en sus familias biológicas. Un cierto número de niños pueden encontrarse en esta situación porque tienen una discapacidad o porque, al llegar a la adolescencia, a sus familias les resulta difícil controlarlos. Pero muchos de estos niños también habrán tenido alguna mala experiencia con sus padres. Además, algunos de estos niños presentarán vulnerabilidades genéticas en relación con su salud mental y dificultades de aprendizaje, ya que más de la mitad de los niños que reciben este tipo de atención tienen padres que presentan este tipo de problemas. Puede que también hayan sufrido daños antes del nacimiento debido a que sus madres consumían drogas o alcohol.
 
Como resultado, el desarrollo de los niños cuando entran en el acogimiento familiar se encuentra a menudo con dificultades en áreas clave del funcionamiento. Su desarrollo social se ve afectado en términos de su capacidad para usar las figuras de los padres como una base segura en la que puedan encontrar consuelo y convertirse en personas confidentes y competentes. No confían en otras personas ni tienen capacidad para controlar sus sentimientos ni su comportamiento. Tienen poca autoestima. Las relaciones con sus compañeros también se ven afectadas, ya que pueden resistirse a acercarse a otras personas o, por el contrario, pueden mostrarse necesitados, dependientes y exigentes. En particular, los niños que han sufrido abusos y negligencia, suelen anticiparse a la hostilidad de adultos y niños, lo que les hace sentirse ansiosos y agresivos. Hay niveles preocupantes de problemas de salud mental entre los niños admitidos en nuestro sistema de atención, con altos índices de depresión, ansiedad y problemas de atención, incluyendo el TDAH.

Además de dificultades sociales y emocionales, los niños en acogimiento familiar suelen experimentar diversas dificultades cognitivas. Algunas de estas dificultades se expresan en forma de dificultades de aprendizaje en la escuela, pero hay otros déficits cognitivos representan un resultado más general del trauma y la separación, como problemas con la expresión del tiempo y problemas generales de memoria y procesamiento de la información. Un aspecto menos comentado, pero que también es significativo, es la mala salud física que pueden presentar algunos niños.

En el Reino Unido, estos niños, cuando son pequeños, pueden pasar de los servicios de atención a la adopción. Esto significa que también hay muchos niños con problemas en familias adoptivas. Si la experiencia con el acogimiento familiar o la adopción es positiva, a estos niños les irá mejor que si se quedan con sus familias biológicas, con las que seguirían experimentando rechazo, abuso y negligencia.  

En su experiencia, ¿en qué circunstancias es apropiada cada una de las distintas opciones de atención al niño (acogimiento, otros tipos de atención o adopción)?

El tipo de colocación dependerá sobre todo de la edad del niño, el grado de problemas emocionales y de comportamiento y el potencial de implicación positiva con la familia biológica. La primera opción para todos los niños es volver con su familia biológica o ir a vivir con familiares (véase la pregunta 3). Cuando los niños no pueden recibir atención de sus familiares, se busca una solución permanente con una nueva familia. En el Reino Unido existe una gran preferencia por la adopción en los casos de niños pequeños (hasta los cinco o seis años) a quienes sus familias biológicas no pueden cuidar de forma segura, opción recomendada por el Gobierno. Se dan excepciones cuando un niño es el más pequeño de un grupo de hermanos y hay que mantener a todos los hermanos juntos en una nueva familia. Entonces se les asigna al acogimiento familiar. En cuanto a los niños pequeños adoptados, en el pasado los resultados han sido buenos en general. Pero, a medida que niños con más trastornos y con más edad son asignados a familias adoptivas ordinarias, podemos ver aspectos muy preocupantes en relación con problemas de comportamiento y apego que amenazan la continuidad de esta situación. Por lo tanto, lo que ahora nos preocupa es ofrecer un apoyo mejor, incluyendo apoyo terapéutico, tanto a los niños como a las familias adoptivas. (Casi todos los niños adoptados en el Reino Unido provienen de servicios sociales. Tenemos un índice muy bajo de bebés abandonados. También tenemos niveles muy bajos de adopción procedente de otros países (probablemente, los más bajos del mundo desarrollado).

En el pasado, la adopción era un proceso cerrado, sin ningún contacto cara a cara con las familias biológicas. Ahora hay más adopciones abiertas. Pero en la mayoría de los casos de adopción de niños pequeños sigue sin haber contacto directo con los padres biológicos, aunque, de vez en cuando, sí lo hay en algunos casos y algunos niños siguen teniendo contacto con sus abuelos. Puede que este contacto sólo tenga lugar una o dos veces al año. El contacto suele darse de forma más indirecta, mediante cartas de información transmitidas por los trabajadores sociales entre los padres adoptivos y los padres biológicos.

Tenemos niveles altos de acogimiento familiar y niveles bajos de atención a domicilio. Un 70% de los niños reciben atención en forma de acogimiento familiar. Muy pocos niños menores de 11 años reciben atención a domicilio. La mayoría de los niños en acogimiento familiar (alrededor de un 80-85%) están con personas con las que no tienen parentesco, aunque está aumentando el uso de familiares.

Ha habido intentos de asegurarse de que los niños permanezcan en acogimiento familiar durante toda su infancia, de forma que puedan desarrollar relaciones de apego seguras con sus familias de acogida y experimenten un sentimiento de pertenencia. Es decir, que se les asigne de forma permanente para que los responsables de su acogimiento puedan comprometerse a largo plazo y los niños puedan saber que se espera que formen parte de la familia de acogida hasta que lleguen a su edad adulta. A diferencia de la adopción, estos niños tienen un contacto casi cara a cara con sus padres biológicos y otros familiares. Algunos niños en régimen de acogimiento serán adoptados por sus familias de acogimiento, pero también en estos casos el contacto con la familia biológica será la norma. 

La investigación sobre los resultados de estos niños en acogimiento familiar a largo plazo es variada: hay algunos resultados excelentes y algunas preocupaciones importantes. La investigación realizada por mí y otras personas demuestra que los responsables del acogimiento que no tienen parentesco con los niños pueden proporcionarles una vida familiar en este sistema de atención y seguir siendo abuelos de sus nietos. No tienen ningún estatus biológico ni legal como padres, pero hay muchos buenos padres de acogimiento que establecen un compromiso de paternidad con los niños y muchos niños consideran a sus padres de acogida como figuras de apego, como padres. Los niños pueden transformarse gracias a unos buenos padres de acogimiento familiar. Pero también hay mucha evidencia de que hay demasiados niños que cambian de asignación con demasiada frecuencia y demasiados niños abandonan los servicios de atención sin el apoyo que necesitan para su vida adulta.

¿Qué tipo de acogimiento es el mejor? ¿Hay diferencias de desarrollo entre los menores cuidados por sus familiares y los menores acogidos por familias con las que no tienen ningún parentesco?

Tenemos muy pocos estudios buenos de comparación de resultados con familiares que acogen a niños para asegurarnos, por ejemplo, de que los niños presentan el mismo nivel de dificultades de comportamiento, etc. Además, hay evidencias de que los familiares que acogen a los niños no reciben el apoyo financiero ni otros tipos de apoyo que reciben otros responsables del acogimiento familiar. A algunos familiares se les autoriza como responsables del acogimiento y reciben apoyo financiero y formación razonables. Otros no son autorizados formalmente para ello y reciben muy poca ayuda. Esto hace que las comparaciones resulten difíciles. 

Hay una aceptación general del hecho de que, cuando sea posible, los niños deben asignarse a familiares porque les irá mejor así, y se utilizan conferencias de grupos de familiares biológicos para fomentar este resultado. Sin embargo, en el Reino Unido preocupa la idea de que se esté utilizando el principio de favorecer el acogimiento con familiares sin establecer una valoración adecuada. Los niños, incluyendo a los bebés, se asignan a menudo a familiares en situaciones de emergencia, familiares que puede que no sean capaces de ofrecer una atención lo suficientemente buena. A menudo, los tribunales quieren evaluaciones muy rápidas y no tan minuciosas como las que pedirían en caso de que se tratara de otros padres de acogida. Y algunos familiares aceptan a los niños al principio, pero después se arrepienten y no son capaces de proporcionar al niño la atención que necesita.

Nuestra práctica habitual en este momento es sugerir que no se hagan suposiciones generales en lo que respecta a las decisiones sobre acogimiento familiar. Aunque debemos buscar a los familiares en primer lugar, no debemos asumir que esto sea necesariamente lo más adecuado para el niño. Siempre debe haber una buena evaluación, profesional y detallada, de las necesidades de desarrollo del niño y de la capacidad de la familia para cubrir dichas necesidades, así como del apoyo que puedan necesitar para conseguirlo. Cuando los niños no se asignen a sus familiares, hay que reflexionar sobre la función que los familiares pueden desempeñar en la vida del niño mediante el contacto.

Aunque le resulte complicado hacerlo, ¿podría explicar brevemente su teoría de la resilencia aplicada al concepto de acogimiento familiar? ¿Cómo pueden contribuir los trabajadores sociales y los empleados de los servicios públicos para mejorar el nivel de resilencia entre los menores asignados a los servicios sociales?

La psicología del desarrollo lleva muchos años trabajando en la identificación de los elementos que ayudan a los niños a sobrevivir e incluso a prosperar, en términos de desarrollo, en condiciones de adversidad. El trabajo social necesita aprender lecciones de este tipo de trabajo. Hay un acuerdo general en el hecho de que la resilencia, la capacidad para enfrentarse a estas situaciones, presenta varias características. En éstas se incluyen las siguientes: autoestima; autoeficacia; capacidad para controlar la ansiedad, los sentimientos fuertes y el comportamiento; la capacidad para usar a otras personas para apoyarse, pero también la capacidad de disponer de puntos fuertes propios que se puedan aprovechar; un sentido general de optimismo o esperanza; y la capacidad de pararse a pensar antes de actuar, de pensar con claridad y de planificar por adelantado.  

Tal y como lo demuestra esta lista, los niños no nacen con esta resilencia, una idea que en ocasiones se sugiere o insinúa en las evaluaciones cuando se dice que un niño no parece afectado por sus experiencias negativas. Puede que tengan algunos puntos fuertes al nacer que actúen como protección (como la inteligencia o un temperamento fácil), pero incluso estas cualidades interactúan con el entorno y, de este modo, la mayoría de las características de la resilencia se adquieren mediante experiencias en las relaciones familiares, en la escuela y en otros entornos. Éste es el mensaje para los trabajadores sociales y otros profesionales: tenemos que asegurarnos de que las relaciones de los niños y otros entornos estén lo suficientemente enriquecidas como para desarrollar características de resilencia.

La teoría y la investigación sobre la resilencia se acercan mucho en teoría a la teoría y la investigación sobre el apego. Ambas enfatizan la forma en la que los niños dependientes desde el nacimiento aprenden estrategias para sobrellevar sus entornos y sacarles el máximo provecho para poder sobrevivir. Cuando los niños parecen funcionar a pesar de una situación negativa con sus padres puede que, por ejemplo, tengan acceso a otras fuentes de atención de relaciones más positivas con sus abuelos o hermanos mayores. Una vez empiezan a ir a la escuela, puede que tengan algún talento que atraiga la alabanza y el estímulo de sus profesores, lo que aumenta su autoestima. También puede que, aunque los padres de un niño sean negligentes, tal vez debido a problemas de salud mental de la madre, el niño no haya experimentado un rechazo directo del progenitor o su miedo en la misma medida que los niños que presentan más trastornos.

En la práctica, en trabajo social tenemos que trabajar a partir de lo que sabemos. Tenemos que concentrarnos en formas de fomentar la resilencia en los niños en acogimiento familiar aumentando su confianza en los adultos para que los niños puedan buscar apoyo en ellos; ayudar a los niños a disfrutar y tener éxito en actividades que fomenten la autoestima, etc. Tenemos que ayudar a los niños que se hayan adaptado a experiencias familiares difíciles convirtiéndose en niños agresivos, por ejemplo, a cambiar las representaciones mentales que tienen de ellos mismos y de otras personas para que no asuman una actitud hostil y puedan desarrollar una empatía más adecuada.

Éstas son sólo algunas de las maneras en las que estamos animando a los responsables del acogimiento familiar y a los padres adoptivos en el Reino Unido a cuidar de los niños con problemas. Nuestras ideas aparecen en el Attachment Handbook for Foster Care and Adoption (BAAF 2006- también en AMAZON), que utiliza la teoría del apego y también trata sobre la resilencia.

La atención en familias normales de acogimiento y de adopción puede ser y tiene que ser un proceso terapéutico activo y permitir que el niño forme parte de esta familia completamente, así como de su familia biológica.